viernes, 10 de marzo de 2017

Consumo de leche, el sentido común y la salud, aplastados por la publicidad consumista.

Quien más quien menos, todos tenemos en la nevera leche, queso, yogures...y es que estos productos son una parte importante no solo de nuestra alimentación, si no de nuestra cultura desde hace décadas. Los tomamos por su agradable sabor, porqué son asequibles y sobretodo por salud; y es que muchas personas piensan que prescindir de estos productos puede provocarles pérdida de calcio y problemas como la osteoporosis, pues la televisión, la prensa y la mayoría de médicos así lo afirman.
La indústria láctea ha ido evolucionando hasta llegar a converitir a estos alimentos en algo indispensable, no solo para el correcto desarollo de los niños, si no para cualquier persona a lo largo de toda su vida.
Lo más innovador es publicitar este producto, tanto por su aporte en calcio, como para la ayuda en la prevención de ciertas enfermedades; de manera que tenemos a nuestra disposición lácteos con 
L-Casei Inmunitas, un probiótico estupendo para la flora intestinal y que ayudará a nuestras defensas; otros con una cantidad extra de calcio para prevenir problemas óseos en mujeres a partir de cierta edad, otros que nos ayudarán a bajar el colesterol, a mejorar el tránsito intestinal, a saciar nuestro apetito entre horas...
Et voilà! Ya tenemos tomando lácteos desde el niño hasta a la abuela; no en vano esta industria lleva más de 150 años convenciéndonos del gran valor nutricional de la leche.


Expliqué en la entrada anterior los efectos que la caseína tiene en gran parte de nuestros niños con TEA, ¿pero...es realmente la leche un alimento esencial para el resto de nosotros?
Yo personalmente así lo creía, hasta que el autismo de mi hija me llevó a investigar y a descubrir todo lo dañino que es en realidad este producto.

Desde hace más de cuarenta años, rigurosos estudios relacionan a la leche con problemas intestinales, diarreas, alergias, asma, sinusitis, anemia, problemas autoinmunes, erupciones cutáneas, enfermedad de Crohn, artritis, problemas cardiovasculares, osteoporosis, diabetes, insuficiencia de vitamina D y cáncer de pecho, entre muchísimos otros.


Parece increíble, ¿verdad?, algo que llevamos tomando toda la vida y que considerábamos tan beneficioso, ahora resulta que es poco más que veneno para nuestra salud.
Incluso nuestras abuelas, en su eterna sabiduría, nos daban un vaso de leche bien calentito antes de dormir, sobretodo cuando estábamos acatarrados, sin saber que a lo único a lo que eso contribuiría, es a producir más mucosidad.

La leche que consumimos actualmente sufre un proceso que se llama homogenización, gracias al cual, la nata que ésta contiene se destruye en pequeñas partículas de grasa, y es aquí cuando se produce una sustancia llamada oxidasa (XO). Ésta sustancia ataca a las células de los vasos sanguíneos produciendo placas de ateroma, y con  ellos llegan los problemas cardiovasculares, un de las primeras causas de muerte a nivel mundial. El otro proceso es la pasteurización, con la que se destruyen las bacterias dañinas, y a su vez las enzimas que originalmente contiene la leche en su estado crudo y natural. Le estamos quitando a un alimento que no fue creado para nuestro consumo, las enzimas que nos ayudan a digerirlo. Con la pasteurización se evapora la vitamina C, el yodo y el calcio de la leche se vuelve insoluble y pasa a tener muy poca absorción, además, los ácidos grasos desaparecen dejando paso a la grasa saturada.
El calcio asimilable es aportado en cantidad más que suficiente por los vegetales: hortalizas, legumbres, frutos secos...

Por ejemplo: Por porción de 100g
Leche: 113mg
Brócoli: 118mg
Acelga: 210mg
Lino: 255mg
Almendras: 266mg
Sésamo:1.116mg
Si añadimos una cucharadita de sésamo molido a cualquier bebida vegetal, conseguiremos un aporte de calcio muchísimo mayor al que contiene un vaso de leche.

Somos el único animal que continúa tomando leche cuando llega a la edad adulta, y no solo eso, si no que además la tomamos de otra especie, y esto es totalmente antinatural.
Cada animal produce leche con unas características especiales para su especie. Un bebé tiene necesidades distintas a las que tiene el ternero, porque lógicamente, su desarrollo es diferente. Un ternero necesita aumentar rápidamente de peso, al año, ya es casi tan grande como su madre, pero al contrario que un bebé, que al año a penas consigue dar unos pasos, no necesita un sistema nervioso muy desarrollado. Además, el tipo de proteína que contiene la leche materna es totalmente opuesta a la que contiene la leche de origen animal, que es un tipo de proteína que nuestro cuerpo rechaza, de ahí todos los problemas de alergia e intolerancia a la leche.

Hasta los dos o tres años de edad tenemos en funcionamiento una enzima llamada lactasa, ésta nos permite desdoblar el azúcar de la leche (lactosa) y convertirlo en glucosa y galactosa. A partir de esta edad, el 75% de la población pierde la capacidad de digerir la lactosa. Uno de los muchos problemas que produce este azúcar es que va directo al ojo y causa cataratas.

Otro gran problema lo encontramos en la producción de leche. Lo normal es que una vaca dé una media de 4,5L de leche al día; pero esa cantidad no es suficiente para la industria láctea, quien utiliza hormonas de crecimiento para que estos pobres animales produzcan hasta 45L de leche diarios. Esta hormona causa cáncer de pecho y de colon. ¿Cuantas de vosotras habéis dado el pecho a vuestros hijos? ¿Os imagináis lo doloroso que sería producir al día, diez veces más, vuestra cantidad de leche normal? No sé a vosotras, pero a mi lo primero que me viene a la mente es la palabra mastitis. Para tratar este problema se utilizan antibióticos que posteriormente tomaremos nosotros a través de la leche. 

Hay muchísima información acerca de las patologías que se asocian al consumo de lácteos. Yo solo he querido comentar un poquito los puntos que más me han llamado la atención para introducir en el tema a todo aquel que esté dispuesto a hacer pequeños cambios en su vida para estar mejor.
El secreto para dejar de consumir leche no está en eliminarla, sino en sustituirla, y para ello contamos con una amplia variedad de infusiones y bebidas vegetales, cada una con sus beneficios y sin la problemática asociada a los lácteos.

El único inconveniente que podemos encontrar en estas leches es su coste. Un brick de cualquier bebida vegetal que sea de origen ecológico y que certifique que no contiene gluten, leche ni azúcares añadidos, tiene un precio tres o cuatro veces superior al de un litro de leche de vaca, pero tranquilos, para esto...¡hay una solución! Podemos fabricar nuestra propia bebida vegetal en casa! Hace poco descubrí un aparatito que me ayuda en esta labor y que se ha convertido en imprescindible en mi cocina, se llama Chufamix y es un invento español!!! Os dejo un vídeo que explica de que se trata. Su precio es 39€ aprox.


Algunos de nuestros niños con Tea son muy poco flexibles a los cambios en su dieta. En la transición de la leche de vaca a la de orígen vegetal me ayudó mucho la leche de coco de la marca Isola Bio (hasta que tristemente descubrimos que era intolerante a este), la de arroz marca Vitaritz y los yogures de arroz y vainilla (también Vitaritz). Son marcas bastante fáciles de conseguir, pero si no disponéis de mucho tiempo, existen tiendas on line como  https://delicatessin.com/  que se dedica a la venta de productos para personas celíacas, o con algún tipo de alérgia o intolerancia y dispone de un amplio surtido. Os los recomiendo porqué después de probar muchas leches vegetales, estas dos, fueron las que consiguieron que mi hija volviera a disfrutar de sus biberones, pues son dulces pero sin azúcares añadidos. Así que si vuestra leche vegetal casera no triunfa siempre podéis tener estas otras a mano, o incluso mezclarlas, ya que las leches vegetales procesadas son en gran parte agua y su valor nutricional es muy inferior al de las leches elaboradas en casa.
No abuséis de los productos hechos a base de arroz para no  tener problemas por acumulación de arsénico.
La marca Natumi por ejemplo, también hace bebida de mijo y de avena sin gluten, ni trazas de cualquier otro alérgeno.


No me quiero despedir sin agradecerle a una mamá que cayó en mi blog, que me hiciera llegar un libro que me ha emocionado profundamente y que quiero compartir también con vosotros. La razón por la que salto, de Naomi Higashida. Su autor tenía trece años cuando lo escribió y autismo severo. En este libro, responde en primera persona una serie de preguntas, como por ejemplo, por qué no mira a los ojos, por qué no puede estar quieto, por qué se ría solo...nos explica como piensa y como siente un niño con autismo. Ese libro fue como una llave para abrir una pequeña ventada a la cabecita de mi niña y asomarme a echar un vistazo. Gracias Sonia!!!

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